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Pineda y Montero esperan justificar su famoso cambio

Más de dos años después de haberse concretado, la transacción del 23 de enero del 2012 aún resuena en dos campamentos de primavera.

En dicha fecha, los Yankees enviaron al cátcher venezolano Jesús Montero y al lanzador dominicano Héctor Noesí a los Marineros a cambio del dos pitchers: el quisqueyeano Michael Pineda y el venezolano José Campos.

Las dos figuras principales del movimiento eran bien cotizadas.

Montero, valorado por su habilidad con el madero, se había desarrollado en el sistema de Nueva York y había bateado para .328 con cuatro jonrones en 61 turnos al bate en su debut de Grandes Ligas en el 2011. Al momento del cambio, se le consideraba uno de los mejores prospectos del béisbol en cuanto a ofensiva se refería.

Pineda, un lanzallamas que mide seis pies y siete pulgadas, había sido seleccionado para el Juego de Estrellas en su primera temporada con Seattle. El diestro de 22 años había terminado en el quinto lugar en las votaciones para el premio al Novato del Año en la Liga Americana, tras registrar una efectividad de 3.74 y ponchar a 173 bateadores en 171 innings de labor.

Parecía tratarse de uno de esos cambios de antaño que con el tiempo le rendiría dividendos a ambas partes. Pero las cosas no se dieron así y, ahora mismo, la realidad tanto para Pineda como para Montero es muy distinta.

Los problemas de Montero comenzaron con su defensa. A pesar de que algunos escuchas pronosticaron que jamás sería viable como cátcher de Grandes Ligas, Montero, quien tenía 22 años de edad en aquel entonces, estaba decidido a mejorar detrás del plato. Los Marineros le dieron la oportunidad en el 2012. En dicha campaña, Montero fue receptor titular en 55 partidos y bateador designado en otros 78. En 515 turnos al bate, registró un promedio de .260, conectó 15 bambinazos y produjo 62 carreras, pero su OPS (porcentaje de embasarse más slugging) fue de apenas .685.

Esa misma temporada, con su primera selección en el draft amateur, Seattle eligió al receptor Mike Zunino, señal de que los días de Montero detrás del plato estaban contados.

Montero no ayudó su causa en el 2013. Tuvo dificultades al bate y detrás del plato al inicio de la temporada y fue enviado a Triple-A Tacoma, donde comenzó a hacer la transición a la primera base. Luego se lesionó una rodilla y fue suspendido por 50 juegos a raíz de su vínculo con la Clínica Biogénesis.

Durante la temporada baja, Montero fungió como inicialista por los Cardenales de Lara en la pelota invernal de Venezuela, pero se vio limitado por una herida en la mano derecha que sufrió en un accidente automovilístico. Luego, al reportarse a los entrenamientos de los Marineros con bastantes libras de más, reconoció que descuidó su dieta.

Ahora Montero se encuentra en una lucha difícil, ya que Justin Smoak y Logan Morrison también compiten por tiempo de juego en la primera base.

«Tiene mucho trabajo por hacer», dijo el capataz de Seattle, Lloyd McClendon. «A su favor, está invirtiendo mucho tiempo. Ya veremos. Tengo los ojos bien abiertos con respecto a Montero. No estoy descartando sus posibilidades ni tampoco las estoy proponiendo. Todo está en sus manos.

«Veo a un muchacho joven que aún tiene una oportunidad. No puedo desearlo por él. En algún momento, a todos se nos tiene que encender el foco. Juzgando por mi charla con él, está en una encrucijada. Es hora de dar la cara o callarse. Ya veremos en dónde estén las cosas».

Montero se expresa como una persona que está consciente de que tiene mucho que demostrar en poco tiempo.

«Me siento muy bien. Sólo tengo que pasar por los entrenamientos y ver qué pasa», dijo Montero. «Tengo una oportunidad nuevamente y espero que me vaya bien para poder ayudar a mi equipo a ganar. Este es un año importante para recuperar la confianza y demostrar que soy capaz de jugar en Grandes Ligas».

Por otro lado, en la Liga de la Toronja, Pineda está listo para uniformarse por los Yankees. El quisqueyano brilló en su temporada de novato con los Marineros en el 2011, pero aún no ha lanzado por el equipo grande de Nueva York.

En medio de la emoción del canje, el cual acaparó mucha atención, Pineda no se mantuvo en forma y se reportó a los entrenamientos de los Yankees hace dos años con 20 libras de sobrepeso. Tampoco llegó tirando tan duro como en Seattle y para abril ya requería de una cirugía para reparar un desgarre en el hombro de lanzar.

«(La bola) no le salía (de la mano) como a mediados de la temporada (del 2011)», dijo el capataz de los Yankees, Joe Girardi. «Tratándose de un lanzador de poder, no te preocupas al principio de los entrenamientos porque eso se toma tiempo. Pero nunca mejoró».

Pero Pineda lució sólido en una breve estadía en ligas menores tras regresar al montículo el año pasado y también en lo que va de los entrenamientos.

«Les puedo decir que su material se asemeja mucho más a lo que era cuando lo adquirimos… hace un par de años», dijo Girardi.

Quizás Pineda logre incorporarse a una rotación de los Yankees que se beneficiaría mucho de un regreso a forma del dominicano. Quizás sea el primero de las dos piezas clave de aquel intercambio en enero del 2012 que se haga sentir en Grandes Ligas, como se esperaba que fuera el caso de ambos peloteros.

Una vez más, el mundo beisbolero espera por los resultados.

«Estoy muy entusiasmado. Ha pasado mucho tiempo (desde la cirugía)», dijo Pineda. «He estado practicando, trabajando duro, así que ahora me siento listo para entrar en acción. Siento una gran emoción».

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