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Un muerto en la nueva ola de protestas que se extiende por una decena de ciudades tunecinas

Un ciudadano tunecino murió anoche durante una de las múltiples protestas

 

Un ciudadano tunecino murió anoche durante una de las múltiples protestas que sacuden al país, y que han comenzado a crecer en intensidad en los últimos días, a medida que se acerca el séptimo aniversario de la revolución que acabó con la dictadura de Zinedin el Abedin Ben Ali.

Para la tarde del martes fue convocada una gran manifestación en la emblemática avenida Habib Bourguiba, epicentro de aquella revuelta que sorprendió al mundo y que desató el fenómeno conocido como «Primavera Árabe» en toda la región.

Convocada por el colectivo «no en mi nombre», que engloba a grupos de estudiantes y activistas de izquierda, la marcha pretende protestar «contra la política de austeridad del Gobierno y contra la opresión policial», explicaron a Efe responsables de la plataforma.

Durante la represión de una de esas manifestaciones, celebrada en la noche del lunes en la ciudad de Tebourba a 40 kilómetros al oeste de la capital tunecina, murió un ciudadano y cinco más resultaron heridos, informó la agencia oficial de noticias local TAP.

La fuente, que replica un comunicado oficial del ministerio de Interior, explica que el hombre, de 55 años, pereció en uno de los hospitales de la zona tras haber sido ingresado por una crisis respiratoria.

«Sufría una crónica falta de aliento y no presentaba síntomas de haber sufrido violencia o de haber sido atropellado», explicó, por su parte, el forense que examinó el cadáver.

 

Su análisis contradice las versiones que se difundieron a través de internet y que apuntaban a que el hombre había sido golpeado y atropellado por un camión de la Policía.

El propio ministerio sugiere, por su parte, que la causa podría haber sido la inhalación de gas lacrimógeno, usado por las fuerzas antidisturbios para dispersar la marcha, convocada igualmente por colectivos de jóvenes y movimientos de izquierda.

Las protestas en Tebourba fueron similares a las que estallaron el lunes en diferentes partes del país, incluida la localidad de Sidi Bouzid -origen de la revuelta de 2011- después de que se conociera que el Gobierno aprobó una nueva subida de impuestos para el años 2018.

La subida está incluida en los Presupuestos Generales del Estado que el Ejecutivo tunecino ha aprobado bajo las presiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), que le exigen agudos recortes a cambio del crédito concedido en 2016 por valor de unos 2.500 millones de euros.

Siete años después de la llamada «revolución del Jazmín», Túnez está sumergido en una grave crisis económica y social que ha puesto en peligro la continuidad de la única transición política exitosa de las ahora fracasadas «primaveras árabes».

Al alto índice de desempleo y a la extendida corrupción, problemas ya endémicos durante la tiranía, se han sumado en los últimos años una galopante inflación, una pérdida constante de divisas y un paulatino descenso del valor de la moneda local, que han empobrecido aún más a la población.

Además del aumento de los impuestos y los cambios en el sistema comercial, el FMI ha exigido al Gobierno aligerar el gasto y reformar la Administración Pública, lo que llevará esta año a la perdida de cerca de un millón de puestos de trabajo.

En este contexto, las huelgas y protestas de diversos colectivos se suceden desde hace más de un año, pero en los últimas semanas han comenzado a subir de intensidad.

 

Fuente:EFE

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