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Centroamericanos deportados de EEUU regresan a sus países sin sus hijos

«El domingo o lunes me voy de regreso, quiero estar con mi familia», dice el joven de 28 años.

Honduras.- El pasado 2 de enero Ever salió de la ciudad norteña de El Progreso en busca del sueño americano junto a su esposa Iris Janeth (26) y su hija, que entonces tenía dos meses. «Se trata de buscar un mejor futuro para nuestra familia. Aquí con 250, 300 lempiras (de 10 a 12 dólares) al día, no se hace nada», lamenta el albañil.

Un mes después, el 3 de febrero, mientras navegaban por el río Piedras Negras, cerca de la frontera con México, fueron arrestados por los patrulleros estadounidenses de migración. Iban acompañados por el hermano de Ever, Juan Carlos, su esposa y el hijo de la pareja de cinco años.

Según cuenta Ever, Iris Janeth y su hija fueron trasladadas a un centro de detención de menores en la ciudad de McAllen, en Texas. A su cuñada la llevaron a un centro de Miami, su hermano fue enviado al centro de detención La Salle, también en Texas, mientras que a él lo llevaron a otro centro en Luisiana.

La separación de familias fue el resultado de la política de «tolerancia cero» del presidente Donald Trump para migrantes indocumentados. Su política llevó a la separación de más de 2.000 niños de sus padres y generó tanto rechazo que el mandatario debió desistir y aceptar la reintegración de niños y padres.

Ever bajó en uno de los dos vuelos que llegaron el viernes con deportados de Luisiana al aeropuerto de San Pedro Sula, la segunda ciudad de Honduras, 180 km al norte de la capital. En el primer vuelo llegaron 118 y en el segundo 120.

 

Fuente: AFP

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