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¿Por qué el alto el fuego entre Israel y Hamás? Un experto le explica

 «Geográficamente Israel e Irán se encuentran considerablemente distanciados»

La situación en la Franja de Gaza representa una amenaza para Israel pues, desde el 2007, este enclave costero es gobernado por Hamás. Sin embargo, por el momento, no es la principal amenaza a su seguridad nacional.

Entender el reciente alto el fuego en la Franja de Gaza entre Israel y Hamás requiere articularlo con la agenda geopolítica del Medio Oriente y las aspiraciones hegemónicas de Irán en la región. Me explico. La situación en Gaza representa una amenaza para Israel pues, desde el 2007, este enclave costero es gobernado por Hamás tras derrocar a la Autoridad PalestinaSin embargo, por el momento, no es la principal amenaza a su seguridad nacional.

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Ese protagonismo lo tiene Irán. Esto pareciera paradójico pues, geográficamente Israel e Irán se encuentran considerablemente distanciados. Tel Aviv y Teherán, se ubican a unos 1.725 kilómetros. Por lo tanto, no tienen una frontera común y en consecuencia se puede concluir que no existe ningún tipo de reclamación o disputa territorial entre ellos.

En segundo lugar, estos países nunca han tenido un escenario de contienda bélica directa o convencional. Más aún, antes de la revolución iraní de 1979, las relaciones entre ambos actores eran cercanas y de estrecha colaboración al coincidir como aliados de los Estados Unidos y de sus intereses geopolíticos en la zona. Sin embargo, tras la revolución iraní de 1979 las relaciones pasaron paulatinamente de tensas a hostiles.

Tres elementos esenciales soportan dicha hostilidad. Primero, el antioccidentalismo como respuesta a la crisis del mundo islámico y a través del cual se encasilla a Israel como aliado de los intereses norteamericanos. Segundo, lo que el liderazgo iraní considera ocupación de tierra islámica en Palestina y en especial la conquista israelí sobre Jerusalén en 1967. Por último, la creciente amenaza percibida por el régimen de Teherán en virtud del desarrollo de su programa nuclear y el antecedente de intervenciones militares israelíes contra programas nucleares en la zona.

Frente a las dificultades de una confrontación regular con el Estado de Israel, Irán optó por la practicidad de acciones armadas indirectas e irregulares, complementadas a partir del auspicio político, ideológico y militar de actores delegados (proxy) en la zona. En este sentido, cobran vital importancia para Irán las alianzas estratégicas y el dominio del terreno próximo a Israel, especialmente en Siria (defendiendo al régimen alauita de Bashar Al-Asad, con un gasto estimado de hasta 20 billones de dólares/año), Líbano (mediante el apoyo a Hezbolá, con un gasto aproximado de 1 Billón de dólares/año) y en Gaza (a través de la financiación a Hamas con un gasto estimado de 100 millones de dólares/año).

Ahora bien, Israel y Hamás han sostenido importantes enfrentamientos bélicos alrededor de las operaciones Plomo Fundido (2008-2009), Pilar Defensivo (2012) y Margen Protector (2014). Se podría afirmar que ambos actores son viejos conocidos y siendo conscientes de las capacidades del otro, en las circunstancias actuales un nuevo round no es atractivo para ninguno de ellos. Esta realidad permite evidenciar que el grado de influencia que Irán tiene sobre Hamás, aunque importante, por ahora no se puede equiparar con el que tiene sobre Hezbollah.

Para Hamás, ese nuevo round habría significado replicar en una mayor medida los resultados evidenciados en las anteriores operaciones militares, especialmente, el asesinato selectivo de sus cabecillas, la destrucción de una considerable parte de su infraestructura de apoyo físico y el consecuente debilitamiento de sus capacidades operativas. Todos estos efectos, en momentos donde la presión israelí sobre esta organización ha exacerbado sus dificultades sociales y operativas, dificultando aunque no impidiendo, el abundante suministro de material bélico.

Para Israel, un nuevo round habría comprendido un escenario bélico de mayor envergadura a los evidenciados anteriormente en aras de castigar el cruce de líneas rojas para el establecimiento de seguridad en Israel, reducir significativamente las capacidades operativas de Hamás y enviar un claro mensaje de advertencia a su liderazgo político y militar. Para asegurar su frontera sur, Israel habría tenido que usar una combinación de artillería, poder aéreo, movilización terrestre y diplomacia, en aras de intentar eliminar de una vez por todas la amenaza de Hamas y asegurar el control de la zona, por lo menos a niveles aceptables.

Dado el complejo escenario geopolítico de la zona, esta opción por supuesto, no habría estado libre de problemáticas. Al hacerlo, podría desgastarse militarmente, consumir recursos estratégicos y exponerse a descuidar el frente de batalla en su frontera norte que, en virtud del conflicto armada en Siria, ha promovido el cercano atrincheramiento de fuerzas de Hezbollah, Siria e Irán. Al estar expuesto y dividir sus recursos, correría el riesgo de incentivar retaliaciones directas e indirectas por parte de Irán y sus aliados, es decir, verse obligado a luchar dos o tres guerras al mismo tiempo. Así que por el momento, la atención está puesta sobre Irán, sobre su programa nuclear, sobre sus puestos de combate de avanzada en Siria y Líbano y sobre Hezbollah. Todo esto en virtud de las realidades y limitaciones espaciales en las que se encuadra su hostilidad con Israel.

Fuente: El Espectador- Janiel David Melamed V: Ph.D en Seguridad Internacional. Profesor de Geopolítica, Orden y Seguridad Global y Política comparada de Medio Oriente y Norte de África en el Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad del Norte

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